||Ramón Guillermo Aveledo
Todos somos ciudadanos, del Presidente hasta cualquiera de nosotros. Es la manera formal de expresar la igualdad republicana. Por eso el artículo 21 de la Constitución que dice “todos somos iguales ante la ley”, prohíbe discriminaciones en el numeral uno, obliga a garantizarla a todos en particular a “quienes se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta en el dos y en el tres, dispone que el único trato oficial es el de ciudadano o ciudadana, salvo las fórmulas diplomáticas. Y corrobora el igualitarismo republicano en el numeral cuatro al no reconocer títulos nobiliarios ni dignidades hereditarias.
La norma tiene historia, no es invento circunstancial ni idea reciente. Está en el artículo 61 de la carta de 1961 pero viene de lejos, tanto como el artículo 16 de la constitución dada en Angostura en 1819, bajo la inspiración directa del Libertador. Lo que sí es asignatura pendiente, en este como en otros aspectos, es que la vida real de nosotros los venezolanos en sociedad se vaya pareciendo más a la pauta constitucional. Es un proceso, ciertamente. Tiene que ver con la educación en la casa, la escuela y la vida comunitaria, también con la conducta de los gobernantes y representantes a todo nivel, cuyo ejemplo puede ser de considerable valor tanto para mostrar lo bueno que debe ser como para lo contrario, lo que en ningún caso debería ser.
En la profesión se tratan de colegas, en el partido o el sindicato de compañeros, de vecinos en el condominio, el barrio o la urbanización. Está bien. Un amigo europeo de larga residencia en Venezuela, me decía cuánto le gustaba que aquí cualquier hombre le dijeran y él podía decirle “hermano” y una mujer “mi amor”. Esa costumbre en principio confianzuda o parejera puede ser, además, simpática. Pero cuando habla el poder público y éste lo hace por intermedio de las personas que lo representan, sea en decisiones, comunicaciones o discursos, es otra cosa. Y todo signo de parcialidad o distinción entre compatriotas es además de inapropiado, inconstitucional. Porque es la ciudadanía la condición que nos es común a todos, la que nos une en nuestra diversidad, la que expresa la igualdad que como proyecto de sociedad democrática aspiramos alcanzar, por encima y por debajo de diferencia.
El poder público nacional, estadal o municipal, se ejerce en nombre de todos y al servicio de todos. Ante él ni compañeros, vecinos o colegas, solo ciudadanos. Como debe ser.