Las fístulas son una conexión anormal entre dos partes del cuerpo, como un órgano o un vaso sanguíneo, por ejemplo.
Estas son producto de una lesión o cirugía, e incluso, las infecciones o inflamaciones también pueden provocar que se forme una fístula.
Pero, ¡cómo saber qué ha aparecido en nuestro organismo? Generalmente el síntoma más evidente es la presencia de un absceso o bulto que supura un líquido amarillo o rojizo, suele ser bastante doloroso y puede presentarse fiebre.
¿Qué son las fístulas?
Tal como señalamos, es una conexión anormal entre dos partes, que se produce en el interior del cuerpo y que puede ir acompañado de un ligero picor o escozor, hasta un dolor agudo intenso.
Incluso, cuando la situación es mucho más delicada, aparece un sangrado y hasta pus.
Son muy comunes en personas que padecen la enfermedad de Crohn, que es una enfermedad inflamatoria del intestino. Se estima que alrededor del 35% de personas que padecen esta enfermedad tienen al menos una fístula.
Especialistas en el área de la salud señalan que la cirugía es el tratamiento más eficaz para los pacientes que han desarrollado esta anormalidad.
¿Dónde aparecen?
Aparecen en muchos lugares del cuerpo, pero son más frecuentes alrededor del ano. Sin embargo, pueden formarse en:
– Una arteria y una vena.
– Vías biliares y la superficie de la piel.
– Cuello uterino y la vagina.
– El cuello y la garganta.
– Intestinos y la vagina.
– En el espacio intracraneal y un seno paranasal.
– Colon y la superficie del cuerpo.
– Estómago y la superficie cutánea.
– Útero y la cavidad peritoneal.
– Ombligo y los intestinos.
– Boca.
¿Son graves?
Según su ubicación pueden causar infecciones, problemas de la piel, desnutrición y hasta deshidratación.
No obstante, algunas cierran por sí solas y otras necesitan antibióticos o cirugías para corregir el problema.
Esto debido a que es probable que tarde varias semanas a varios meses en sanar por completo, y esto en parte se debe al tamaño y la magnitud de la cirugía a la que el paciente se haya sometido.
Operación
Todas las personas que han desarrollado una fístula y tengan síntomas graves tales, como, salida de pus, sangrado, dolor, fiebre, entre otros síntomas, son candidatos a realizarse una cirugía para corregir el defecto.
