La irrupción de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) ha cambiado la vida de las personas. A nivel social, laboral y personal actúan, trabajan o se comunican de forma diferente.
El principal problema es que la elevada exposición a computadoras, tabletas, smartphones y resto de tecnologías ha aumentado los niveles de estrés negativo (distrés). Concretamente, cuando el origen está en la dificultad de adaptación a las tecnologías se le denomina tecnoestrés.
Los nuevos riesgos
Ante esta situación aparecen nuevos riesgos que afectan a la salud, entre ellos las siguientes enfermedades:
1. Vamping: la hiperconexión digital resta horas de sueño y causa insomnio.
2. Phubbing o ningufoneo: el desprecio hacia las personas que están alrededor por dar prioridad a los teléfonos.
3. Smombies: la actitud de circular o realizar otras actividades sin prestar atención por estar pendiente del smartphone.
4. Nomofobia: la necesidad de permanecer conectados constantemente. No se puede pasar 24 horas desconectados.
5. Text-Neck: conjunto de dolencias en la zona cervical derivadas de la consulta constante al teléfono y la adopción de posturas incorrectas.
Algunos cambios de actitud
Todos estos riesgos están asociados a un aumento del número de horas que pasamos frente a una pantalla y el descenso de la actividad física.
No se puede borrar de un plumazo las exigencias sociales y laborales. Pero sí se puede cambiar la actitud y hábitos frente a estas exigencias. A continuación, algunas sugerencias para poder afrontar el tecnoestrés:
– Identificar las fuentes que generan estrés. Es decir, los estresores que provocan una alteración en el estado de bienestar. Saber qué produce estrés es el primer paso para poder afrontarlo.
– Ser consciente de qué actividades liberan del estrés. Cada uno debe saber qué actividades permiten olvidarse totalmente del resto de situaciones que generan el estrés: deporte, cultura, familia, amistades, etc.
– Buscar activación física. Las exigencias diarias se están decantando hacia la parte mental, por eso es importante buscar compensar ese esfuerzo mental con actividad física. Este mismo esfuerzo servirá para lidiar con el sedentarismo y los problemas musculoesqueléticos asociados al mismo.
– Practicar la desconexión digital. La hiperconexión que se vive genera dependencia. Hay que ser capaces de buscar oasis que liberen de la sobrecarga de información, dejar espacio para que la mente se recargue.
– Buscar apoyos. La familia, las amistades o los compañeros de trabajo, la comunicación y la interacción social son buenas herramientas para gestionar el tecnoestrés.
– Planificación, organización, autoconocimiento. Estar preparados para afrontar las situaciones estresantes, organizar las vidas y conocer los puntos fuertes y debilidades hace más resilientes a las personas.
Con Información de la Revista Estrategia y Negocios.