En los últimos días, una fuerte tormenta azotó la ciudad de Fort Lauderdale, en el estado de Florida, causando inundaciones severas que afectaron a miles de residentes y negocios. La lluvia torrencial, acompañada de vientos huracanados y tormentas eléctricas, provocó el desbordamiento de los canales y ríos que atraviesan la ciudad, así como el colapso del sistema de drenaje.
Según las autoridades locales, se trata de “una de las peores catástrofes naturales” que ha sufrido la ciudad en los últimos años. El alcalde de Fort Lauderdale, Dean Trantalis, declaró el estado de emergencia y solicitó ayuda federal para hacer frente a los daños y las necesidades de los afectados.
Trantalis estimó que más del 60% de la ciudad sufrió los efectos de la inundación.
Las consecuencias han sido devastadoras para la población y la economía de Fort Lauderdale, una ciudad conocida por su turismo y su actividad portuaria. Muchas personas perdieron sus hogares, sus vehículos y sus pertenencias, y tuvieron que acudir a refugios temporales o a casas de familiares y amigos. Otras quedaron atrapadas en sus viviendas, sin electricidad ni agua potable, a la espera de ser rescatadas por los equipos de emergencia.
Los negocios también se vieron gravemente afectados por la tormenta. Restaurantes, hoteles, tiendas y oficinas sufrieron daños estructurales y pérdidas materiales. Además, muchos empleados no pudieron acudir a sus puestos de trabajo debido a las dificultades para desplazarse por las calles inundadas.
El sector turístico, uno de los más importantes para la ciudad, se vio especialmente golpeado por la cancelación de reservas y la disminución de visitantes.
Con información de Caraota Digital