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Las autoridades del estado de Pernambuco, en el noreste de Brasil, confirmaron ayer la muerte de 91 personas debido a las inundaciones del fin de semana, mientras que más de una decena de personas continúan desaparecidas.
Cientos de rescatistas estatales y federales buscaban a 25 personas cuyo paradero se desconoce, según un comunicado oficial.
El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, voló el lunes sobre la zona afectada de Recife, la capital de Pernambuco, y la localidad vecina de Jaboatao dos Guararapes. Posteriormente, dijo a los reporteros que el helicóptero no pudo aterrizar debido a la humedad del suelo.
Destacó que el país ha sufrido recientemente de desastres similares en las montañas a las afueras de Río de Janeiro y en los estados de Bahía y Minas Gerais.
“Desafortunadamente, estas catástrofes suceden en un país del tamaño de un continente”, subrayó. “Obviamente, todos estamos tristes. Expresamos nuestras condolencias a sus familiares. Nuestro mayor objetivo es consolar a las familiares y atender a la población con medios materiales”.
El gobierno también tomó medidas para enviar fondos a las municipalidades que han declarado un estado de emergencia, dijo Daniel Ferreira, ministro de Desarrollo Regional. Además, resaltó una nueva línea de crédito disponible para las ciudades afectadas por este tipo de desastres.