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Las diferencias entre países, padres de familia e instituciones educativas hacen que no sea tan sencillo acordar normas para volver a las clases presenciales, ahora que están terminando las cuarentenas.
El miedo al contagio de coronavirus o a no poder evitarlo está muy presente en el posible regreso a clases presenciales y, por ello, no resulta tan fácil decidir qué hacer.
Cada país ha tomado sus propias decisiones. Por ejemplo, algunos colegios de Canadá organizaron la asistencia a las escuelas por orden alfabético para que unos días vayan ciertos alumnos y otros días otros, o para que se turnen entre asistir en las mañanas y en las tardes.
En Dubai, Emiratos Árabes Unidos, los colegios le enviaron al gobierno las medidas que iban a adoptar para el regreso a clases presenciales. Unos fueron autorizados a reabrir sus puertas y otros no.
En América Latina está el caso de Uruguay, país que lleva más tiempo con las aulas abiertas. Desde junio comenzó con las clases presenciales poco a poco hasta reducir por completo la virtualidad, con medidas como el uso de tapabocas en el salón y conservar la distancia social.
El gobierno partió de la base de que los niños no se contagian fácilmente del virus, como lo han mostrado los estudios hasta el momento.
ONLINE VS PRESENCIAL
Según el psicólogo y escritor uruguayo Alejandro de Barbieri “con la educación presencial se gana la interacción con los pares y la educación emocional”.
Sin embargo, aseguró que “un problema que ha tenido la cuarentena en la región es un exceso de padres y un exceso de pantallas que genera un desgaste emocional, problemas de concentración y de motivación”.
El especialista agregó que, con la vuelta a las lecciones presenciales, se recupera la motivación porque “el aprendizaje siempre es social. Por más que haya unos chicos que avancen más que otros de forma individual, fundamentalmente es social y eso es un gran determinante”.
De Barbieri resaltó que cada país tiene sus propias normas y decisiones y que cada familia es única, pero él les ha recomendado a los padres que si tienen miedo de enviar a los hijos a clases, “mándelo igual con miedo, porque el miedo te mantiene alerta”.
Concluyó que esa alerta hace posible que los niños y jóvenes mantengan el distanciamiento social, se laven las manos y usen la mascarilla.