Agencia AP
Lewis Hamilton tiene una cita con la historia en la Fórmula Uno y llamó la atención cuando el jueves se presentó al circuito de Yas Marina, ataviado de púrpura de los pies a la cabeza y con una palabrota estampada en la espalda de su sudadera.
A la pregunta sobre si estaba enviado un mensaje, aseguró que es pura coincidencia. Pero dejó claro que estaba listo para el último asalto de su encarnizada lucha por el título con Max Verstappen.
Con Hamilton y Verstappen sentados de cerca en una rueda de prensa y el trofeo de la F1 colocado estratégicamente en el medio, se puso en marcha el duelo. No era por el título, sino más bien para ver cuál de los dos podía mostrarse como el más sereno rumbo al desenlace de la temporada.
Verstappen, de 24 años, intenta convertirse en el primer piloto neerlandés que se corona campeón mundial. Nadie se atrevió a instigar la polémica en la jornada inaugural del fin de semana más importante de la temporada.
“Como piloto, uno no piensa en esas cosas. Uno afronta el fin de semana pensando en hacer lo mejor posible y ganar la carrera”, dijo Verstappen. “Es natural que la prensa mencione esas cosas. He venido con la intención de rendir al máximo”.
Hamilton añadió: “Yo no invierto energías en eso. Acá estoy para hacer mi mejor trabajo con este increíble equipo”.
Nadie saber si el comportamiento fue parte de una estrategia para mostrarse como el más serena con miras a la carrera del domingo.
