Crítica de Jorge Mirabal
Hablar de este tema en el ámbito político se ha convertido en una Bandera Progresista o de Izquierdas, cosa que desvirtúa la esencia de un tema humano y sensible, colocándolo en un punto de confrontación meramente ideológico, que lo aleja de la razón política real “generar bienestar a los ciudadanos”.
El terreno de lucha por el reconocimiento jurídico de las personas sexodiversas, va desde marchas, protestas y manifestaciones por un lado, incluso con excesos y pornografía y por el otro: silencio, inercia; desestimando cualquier intento de cambiar la “normalidad social” de un planeta, que siendo un tema global desde el punto de vista territorial transversa raza, edad, estatus económico y social.
No tiene aún espacio a la discusión real y efectiva en los gobiernos, alienados por las religiones o los grandes intereses económicos. Incluso en los países de América Latina donde se logran avances, terminan siendo prácticas con recelos y vergüenza, presentando normas jurídicas ambiguas y poéticas sin aplicaciones claras.
La obra teatral “Historias de closet”, trabajo actoral escrito por César León y nacido de la investigación realizada por la periodista María Sánchez, plasmado en el libro que lleva el mismo nombre, es llevado a las tablas por un excelente elenco de artistas que hacen ver y abordar este tema desde un punto de vista humano y social que aporta grandes elementos de la psicología humana, haciendo visible y exponiendo lo que sufre una familia sexodiversa.
En tanto, la identidad y la orientación de sexo/género trasciende el terreno de lo individual, vemos la lucha de una persona por reconocer su propia identidad y a la familia luchar por comprender y buscar cómo actuar entre el amor a un ser cercano y las jaulas sociales.
La obra de María Sánchez nos lleva a la sala de esas casas donde, en cada historia, conocemos las goteras que caen del techo.
Por un poco más de dos horas nos paseamos entre risas y llantos que nos hacen ver el tema sexodiverso en la justa dimensión humana, invitándonos a que ese tema sea tratado en la familia y en general en la sociedad, sin tabú, sin ideología, con tolerancia y respeto, independientemente de los gustos sexuales de los gobernantes y legisladores.
