|| Ramón Guillermo Aveledo
Venezuela tiene futuro. Tengo repotenciada la confianza. Este 2 de junio en el auditorio de Fedecamaras un evento estimulante mostró evidencias concretas que fundamentan esa esperanza. Vi capacidad de reconocernos mutuamente, de estudiar y de trabajar, de resiliencia ante las dificultades para crear, para buscar soluciones, para pensar en lo que viene con ideas novedosas y posibles. En proceso iniciado bajo la presidencia de Ricardo Cusano el empresariado nacional entregó los premios “Camino hacia el Futuro de Venezuela: Ideas para un Nuevo Modelo de Negocios”, parte del proyecto “Prospectiva 2035” cuyo propósito es ponernos a pensar seriamente en una visión de país, qué sociedad queremos ser cuando esa fecha, más cercana de lo que parece, nos alcance.
Carlos Fernández Gallardo, talentoso dirigente zuliano que encabeza hoy la institución, parafraseó a García Márquez, “El futuro sí tiene quien le escriba” e insistió en un tema obvio que reclama centralidad en nuestra conciencia social y políticas públicas: la Educación es la clave del cambio. Lo acompañaban la economista Claudia Curiel Léidenz, motor intelectual y emocional del proyecto y por el Consejo Consultivo reunido entre lo mejor que tenemos, Arnoldo José Gabaldón, relevante ciudadano, útil servidor público, acreedor a reconocimiento por encima de posturas circunstanciales.
Siempre me he confesado, como Serrat, “Pesimista esperanzado”. No ignoro nuestras carencias, esos débitos con la realidad que es y la que puede ser, lastres en nuestro progreso cultural, cívico, económico, a los que se suman los obstáculos políticos coyunturales imposibles de ignorar. Pero conozco suficiente a los venezolanos para comprender que siempre podemos ser mucho más y mucho mejor, como nos dijo Mijares en “Lo afirmativo venezolano”.
¿Por qué? Porque se convocó a la universidad venezolana pública y privada tan sañudamente golpeada en estos años. Se invitó a estudiantes y profesores-investigadores a presentar sus ideas que serían evaluadas por un jurado nacional multidisciplinario del más alto nivel. La respuesta fue asombrosa. Centros pequeños de regiones diversas, nombres ignorados o poco conocidos junto a los grandes y reputados, estudios reveladores de curiosidad y conocimiento. De tantos, el espacio es tirano, nombro al joven Oviedo Mavárez de la UCLA y la docente Lugo de la Francisco de Miranda, el impresionante éxito de la Rafael Urdaneta. Al felicitarlos nos felicitamos.
