La presidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría, Marina Díaz Marsá, alertó sobre la alarmante frecuencia con la que la depresión y los trastornos alimentarios coexisten. Según sus datos, hasta 93% de las personas con la primera también sufren la segunda.
Esta estrecha relación sugiere que ambos problemas están profundamente interconectados y requieren un abordaje terapéutico integral.
Además, otros estudios han notificado que 88% de los pacientes con TCA, especialmente aquellos con bulimia o anorexia nerviosa, tendrán un diagnóstico de depresión mayor en algún momento de su vida.
“Es fundamental entender que la depresión y los TCA son dos caras de una misma moneda en muchos casos. Esto nos obliga a tratar ambas condiciones de manera simultánea, con un enfoque integral que abarque tanto la salud mental como la nutricional”. Así lo afirmó Marsá en el marco del Día Mundial de la Lucha Contra la Depresión, que se celebró este lunes.
Recalcó que el trastorno depresivo mayor es una de las comorbilidades más peligrosas. Este “incrementa el riesgo de suicidio, disminuye la ingesta y produce un síndrome de rechazo generalizado”. Además, instó a identificar los trastornos depresivos graves en estos pacientes para evitar el intento de suicidio.
DEPRESIÓN, TCA Y SUICIDIO
Tanto la depresión como los trastornos alimentarios y el trastorno límite de la personalidad, comparten un denominador común: su impacto devastador en la salud mental.
La doctora Díaz Marsá subrayó la importancia de abordar estos trastornos de manera integral, ya que la depresión puede tanto desencadenar como ser consecuencia de un TCA.
Asimismo, el doctor José Luis Carrasco, jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital Clínico San Carlos y presidente de la Sociedad de Psiquiatría de Madrid, resaltó la alta comorbilidad entre el trastorno límite de la personalidad y la depresión, lo que evidencia la necesidad de tratamientos personalizados que aborden las múltiples facetas de cada paciente.
La depresión, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta a 280 millones de personas en el mundo. Asimismo, es una de las principales causas de discapacidad, afectando “significativamente” a la calidad de vida de quienes la padecen, razón por la que la detección temprana y el acceso a tratamientos adecuados es “fundamental” para abordarla.
Con información de El Nacional