El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, recibe este viernes a los líderes de Japón y Corea del Sur, Fumio Kishida y Yoon Suk-yeol, en la intimidad de la residencia presidencial de Camp David para una cumbre que se espera sea tan emblemática como otras celebradas en este icónico centro de la diplomacia estadounidense.
Biden ha seleccionado Camp David con la intención de destacar la relevancia que atribuye a la alianza entre Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, con la intención de establecer un contrapeso frente a China y frenar el programa nuclear de Corea del Norte.
La residencia, anclada en las montañas de Catoctin en el estado de Maryland, es conocida especialmente por los “Acuerdos de Camp David”, que sentaron las bases para la firma en 1979 del tratado de paz entre Israel y Egipto.
Para lograr los “Acuerdos de Camp David”, el entonces presidente estadounidense, Jimmy Carter, seleccionó un lugar alejado de los medios de comunicación con la esperanza de facilitar un diálogo franco entre el entonces presidente egipcio, Anwar el Sadat, y el primer ministro israelí, Menajem Beguin.
Los medios de comunicación tienen restringido el acceso a Camp David y solo pueden entrar con autorización previa. Este viernes, los periodistas tienen un permiso especial para cubrir una rueda de prensa de Biden, Yoon y Kishida programada para las 03.00 de la tarde (hora local).
La privacidad de las más de 70 hectáreas de Camp David permite a los presidentes de Estados Unidos escapar de las presiones políticas de Washington y disfrutar de momentos de “soledad” y “tranquilidad”, describe la Casa Blanca en su sitio web.
Camp David fue establecida como residencia presidencial en 1942 durante la Presidencia de Franklin Delano Roosevelt y ha sido usado por todos los presidentes desde entonces.
George W. Bush, quien también visitaba el lugar con frecuencia, hospedó en Camp David a una gran cantidad de líderes extranjeros. Por ejemplo, en 2002 recibió al presidente ruso, Vladímir Putin, con la esperanza de mejorar las relaciones entre Moscú y Washington, aunque esos intentos fracasaron.
Uno de los mayores fiascos de Camp David fue el intento de Bill Clinton de replicar el éxito de Carter con una reunión en el año 2000 entre el entonces líder palestino, Yasser Arafat, y el primer ministro israelí, Ehud Barak, para lograr un acuerdo que pusiera fin al conflicto y que no se logró.
No obstante, tal vez el momento más surrealista ocurrió en 2019, cuando Donald Trump intentó organizar una reunión en Camp David con los talibanes, grupo considerado terrorista por Estados Unidos, con la idea de que se produjera poco antes del aniversario de los ataques del 11 de septiembre de 2001, que llevaron a la guerra en Afganistán.
Biden, por su parte, ha hecho poco uso de Camp David, ya que prefiere ir a descansar los fines de semana a su residencia en Delaware.
La cumbre de este viernes será la primera de Biden en Camp David con líderes extranjeros. El hecho de que Yoon y Kishida sean los primeros invitados de honor subraya la importancia que la región de Asia-Pacifico ha adquirido para Estados Unidos en los últimos años.
Y, de alguna forma, refleja la esperanza de Biden para lograr futuros acuerdos relacionados con China, que él ve de manera muy personal como el principal desafío para el futuro de Estados Unidos.