|| Rodolfo Gamarra / Foto: Rodolfo Gamarra
Es una experiencia que vive la familia y que la une en el amor y sencillez
La tradición del pesebre remonta a más de ocho siglos cuando San Francisco de Asís, con autorización del Sumo Pontífice Honorio III, realizó el primer pesebre, situado en la provincia de Greccio (Italia), en 1223.
Esta tradición llegó por primera vez a Los Andes venezolanos y luego se extendió por todo el país. Hacer el pesebre no es solo una tradición religiosa, sino una experiencia que vive la familia y que la une en el amor y sencillez que representa el nacimiento del Niño Dios.
La costumbre pasa de generación en generación, de esta manera, un pesebre hogareño puede incluir un establo en miniatura con muñecos que representen a los animales, los Reyes Magos que siguieron una estrella para ver el nacimiento del hijo de Dios, y por supuesto, al bebé Jesucristo.
Muchas personas como Beatriz Caicedo, mantienen esa tradición, ella ha realizado con gran devoción su nacimiento durante 45 años consecutivos en la urbanización Sergio Medina de Campo Alegre.
Caicedo aseguró que nunca ha dejado de hacerlo, que es una tradición que debemos conservar, ya que es parte de la cultura que identifica a los venezolanos.
Para su gran nacimiento o pesebre, utiliza figuras que ha coleccionado con el transcurrir de los años, y que cuando se deterioran por el paso de los años ella misma restaura.
Un total de cuatro días le lleva armar su nacimiento que abarca casi la mitad de la habitación. “Al Niño Dios le pido que me dé salud, para poder seguir haciendo mi nacimiento todos los años”.