El tipo de piel juega un papel clave a la hora de aplicar los productos en las diferentes rutinas de belleza, pues de ello depende qué elegir, por ejemplo.
Según los expertos, hay cuatro tipos básicos de piel sana: normal, seca, grasa y mixta.
Ésta se determina genéticamente. No obstante, el estado de la piel puede variar considerablemente según los diversos factores internos y externos a los que es sometida.
¿Sabes qué tipo de piel tienes?
Para lograr definir qué tipo de piel tienes es importante tener en cuenta algunas características como sensibilidad, edad de la piel, pigmentación, oleosidad y tendencia a formar arrugas.
Esto debe ser evaluado por un dermatólogo a través de pruebas visuales y táctiles o mediante dispositivos específicos empleados por estos especialistas.
Sin embargo, en estas líneas te ofrecemos algunos datos que te pueden dar señales de cuál es tu tipo de piel.
Piel normal
– Suave al tacto y luminosa.
– Poros pequeños o poco visibles.
– Sin imperfecciones ni manchas visibles.
– No es propensa a la sensibilidad.
– Buena circulación y elasticidad.
Seca
– Aspecto áspero o escamado.
– Poros poco visibles.
– Sensible a la irritación. Se enrojece con facilidad.
– Falta de elasticidad
Grasa
– Sensación grasosa y brillo en el rostro durante el día.
– Los poros tienden a ser grandes y visibles.
– Presenta puntos negros y espinillas.
Mixta
– Normal o seca en el área de las mejillas, boca y ojos.
– Grasa en la zona T (frente, nariz y barbilla).
– Textura irregular.
Cambios en el tipo de piel
Debes tener en cuenta que la piel se define en el nacimiento, de hecho, el tipo de piel suele ser la misma durante toda la vida. Sin embargo, como señalamos, algunos aspectos pueden influir y hacer que se vaya transformando.
Al nacer la piel es muy fina y permeable a muchas sustancias o los rayos solares. Las defensas de la dermis no se han desarrollado completamente.
Luego en la adolescencia está marcada por los cambios hormonales y hasta la aparición de acné, por ejemplo.
En la edad adulta la piel sigue cambiando. De hecho, según los expertos, las personas que de joven tienen la piel grasa, con la edad se seca.
Por otra parte, las pieles secas durante la adolescencia, tienden a una sequedad extrema y a descamarse y arrugarse más fácilmente.
De igual manera, los especialistas indican que existen diversos factores que influyen en los posibles cambios de la piel.
La causa principal es la genética que produce la reducción de las secreciones de las glándulas sebáceas y sudoríparas, la degeneración de las fibras elásticas o la aparición de la dermatitis atópica.
Además, los rayos ultravioletas, la alimentación, la contaminación, el estrés o la falta de sueño.
Con información de Diario 2001