|| Ramón Guillermo Aveledo
La vigencia efectiva del Estado Federal descentralizado prescrito en la Constitución provee seguridad a todos y es lo más conveniente para que un país de nuestras dimensiones, características y realidades, busque soluciones al situar el poder de decisión y los recursos más cerca del ciudadano y sus necesidades.
El proyecto de Ley de Armonización Tributaria de trámite parlamentario veloz y poco transparente. amerita análisis objetivo y constructivo en sus implicaciones constitucionales, administrativas y prácticas.
El 136 constitucional pauta un poder público distribuido en tres niveles: municipal, estadal y nacional y éste dividido funcionalmente, pues es la Constitución de la República. Lo propio en los otros dos incumbe a las constituciones estadales y a la ley. Además, concluye: “Cada una de las ramas del Poder Público tiene sus funciones propias, pero los órganos a los que incumbe su ejercicio colaborarán entre sí en la realización de los fines del Estado.” Como es lógico esos los fines no los puede dictar por su cuenta el que manda. Fines y valores que los guían los definen los Principios Fundamentales de la misma Carta.
Cierto que a nuestra economía reducida, debilitada por servicios deficientes, sin acceso al crédito que exige heroísmo en trabajadores y empresarios, le cuesta mucho afrontar la presión creciente de múltiples cargas tributarias. Tan real como que la devaluación y la inflación, agravadas por decisiones nacionales concentradoras del poder, empobrecen las municipalidades y constriñen sus capacidades de responder el reclamo de sus habitantes. En ese cuadro la armonización es lógica. Pero atención, armonía es equilibrio, proporción, correspondencia adecuada dentro de un conjunto. Lo discordante, conflictivo, desequilibrado, no armoniza.
Nuestro Estado Federal descentralizado pide orden. No puede ser el equivalente político-constitucional del tránsito capitalino, donde todos circulamos como queremos o podemos, por vías defectuosas, mal iluminadas, con señales y semáforos no vinculantes y autoridades que como transeúntes escoltados se sientan por encima de la ley y como vigilantes oscilen entre la ausencia y el abuso.
Armonización tributaria que armonice. Nuestro federalismo cooperativo es modelo exigente con todos para poder producir los resultados en favor de sus ciudadanos. Exige respeto sincero a las reglas, a los otros órganos del poder público y sobre todo al pueblo al que se sirve.