Agencias AP/AFP
Casi 1.000 soldados ucranianos que defendían una enorme planta siderúrgica de Mariúpol se han rendido, dijo Rusia ayer, al llegar a su fin una batalla que convirtió la estratégica ciudad portuaria en un símbolo internacional de desafío y sufrimiento.
Por otra parte, un soldado ruso que es enjuiciado por Ucrania por crímenes de guerra se declaró culpable el miércoles de matar a un civil ucraniano. El sargento Vadim Shyshimarin, de 21 años, fue acusado de dispararle a un hombre ucraniano en la cabeza al comienzo de la invasión y podría ser condenado a cadena perpetua.
En tanto, Suecia y Finlandia solicitaron oficialmente su admisión en la OTAN, abandonando generaciones de neutralidad por temor de que el presidente ruso Vladimir Putin no se va a conformar con invadir Ucrania.
Los combatientes que salieron de la planta tras recibir órdenes el gobierno de Ucrania de abandonar el último bastión de resistencia en Mariúpol enfrentan una suerte incierta. Algunos fueron llevados por los rusos a una antigua colonia penal en territorio controlado por separatistas apoyados por Moscú.
Aunque Ucrania dice que aspira a un intercambio de prisioneros, Rusia amenazó con enjuiciar a algunos de ellos por crímenes de guerra.
Amnistía Internacional dijo que la Cruz Roja debe recibir acceso inmediato a los combatientes, por temor a que sean ajusticiados.
Por otra parte, Rusia anunció que expulsará a 27 diplomáticos españoles, 34 franceses y 24 italianos, en respuesta a medidas similares adoptadas por los países europeos, un contexto de tensión tras la ofensiva en Ucrania.