A medida que aumenta el tamaño de la barriga de una persona, el centro de la memoria de su cerebro se encoge y pueden aparecer placas beta amiloides y tau; todo esto ocurre ya entre los 40 y los 50 años, mucho antes de que se manifieste ningún deterioro cognitivo, según una nueva investigación.
Tanto las placas de beta amiloide como los ovillos de tau son signos tempranos de la marcha del cerebro hacia un posible diagnóstico de enfermedad de Alzheimer.
Las placas amiloides suelen aparecer primero, mientras que los ovillos de tau lo hacen más tarde, a medida que avanza la enfermedad.
“Cuanto más amiloide o tau haya en el cerebro, más enfermo estará”, afirma el Dr. Cyrus Raji, autor principal del estudio y profesor asociado de Radiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis.
“La forma en que podemos rastrear un cerebro de aspecto más enfermo es un menor flujo sanguíneo”, dijo Raji.
“También observamos atrofia cerebral, o un desgaste de la materia gris, en una parte del centro de memoria del cerebro llamada hipocampo”, añadió.
Según el Dr. Richard Isaacson, neurólogo preventivo y director de Investigación del Instituto de Enfermedades Neurodegenerativas de la Florida, un menor flujo sanguíneo en el centro de la memoria del cerebro podría causar encogimiento, otro biomarcador clave del alzhéimer. No participó en la nueva investigación.
“Dado que el estudio encontró estas relaciones décadas antes del deterioro cognitivo y un diagnóstico esperado, tener un enfoque de láser agudo en la reducción de la grasa del vientre puede ser una de nuestras herramientas más poderosas para luchar contra esta terrible enfermedad”, dijo Isaacson en un correo electrónico.
La grasa visceral es clave
Un estudio piloto de Raji y su equipo, publicado en noviembre de 2023, descubrió que un tipo de grasa abdominal profunda, llamada grasa visceral, estaba relacionada con la inflamación y la acumulación de amiloide en los cerebros de 32 hombres y mujeres de entre 40 y 50 años.
En este punto de la investigación, no se confirmó la presencia de tau.
La grasa visceral envuelve los órganos principales del cuerpo y es completamente distinta de la grasa subcutánea del resto del cuerpo -la grasa subcutánea suele constituir 90 % de la grasa corporal, según la Clínica Cleveland-.
“La mayor parte del índice de masa corporal (IMC, por sus siglas) de una persona refleja la grasa subcutánea, no la visceral”, explica Raji.
“Así que medimos la grasa visceral mediante resonancia magnética abdominal, y tenemos un programa informático especializado que puede medir el volumen real de tejido adiposo visceral”, añadió.
El estudio también utilizó tomografías por emisión de positrones, o PET, para verificar la presencia de amiloide y tau en los cerebros de los participantes en el estudio, y resonancias magnéticas, o IRM, para medir los niveles de grasa visceral que se producen cuando se expande la cintura.
“Cuanta más grasa visceral se tiene, más inflamación se produce en el cuerpo y es mucho peor, en verdad, que la inflamación que se produce con la grasa subcutánea”, dijo Raji.
La grasa visceral recibe más flujo sanguíneo debido a su ubicación cerca de los órganos y es más activa hormonalmente que la grasa subcutánea, explicó Raji.
“Examinamos la resistencia a la insulina a través de los niveles plasmáticos de insulina en ayunas y las pruebas de tolerancia a la glucosa y descubrimos que la insulina más anormalmente alta se observaba en las personas con mayores cantidades de grasa visceral”, dijo. “La grasa visceral es la metabólicamente más anormal, la que induce la diabetes”.
Ese estudio también encontró una relación entre la grasa profunda del vientre y la atrofia cerebral, o un desgaste de la materia gris, en una parte del centro de memoria del cerebro llamado hipocampo, dijo Raji. La atrofia cerebral es otro biomarcador de la enfermedad de Alzheimer.
Se identifican por primera vez los ovillos de Tau
El estudio prosiguió con la incorporación de otros 48 participantes, hasta un total de 80. La edad promedio de los participantes en el estudio era de 49 años y el IMC medio, de 32.
Un IMC superior a 30 se considera un factor de riesgo. Los médicos consideran que un IMC superior a 30 es obeso.
Según Raji, este lunes se presentaron resúmenes de los resultados obtenidos hasta la fecha en el congreso 2024 de la Sociedad Estadounidense de Radiología.
“La novedad es que demostramos por primera vez que una mayor cantidad de grasa visceral u oculta está relacionada con proteínas tau anormalmente elevadas en personas hasta 20 años antes de que pudieran desarrollar los primeros síntomas de la enfermedad de Alzheimer”, dijo Raji.
“Anteriormente, sólo habíamos demostrado una relación entre la grasa visceral y el amiloide”.
Los escáneres PET mostraron que, a medida que aumentaban los niveles de grasa visceral, también lo hacían los de amiloide y tau, según la nueva investigación.
“Este trabajo tiene una gran repercusión y relevancia clínica para los 47 millones de estadounidenses, y cientos de millones más en todo el mundo, que presentan signos tempranos de alzhéimer que comienzan silenciosamente en sus cerebros, pero que aún no han desarrollado síntomas”, afirmó Isaacson.
Formas de combatir la grasa visceral
Hay formas inteligentes de reducir la grasa del vientre que pueden invertir estas tendencias, dijo Isaacson. En primer lugar, no hay que centrarse solo en el peso corporal, sino también en la composición corporal.
“Esto se puede hacer fácilmente en casa utilizando una báscula biométrica o se puede controlar mediante un escáner DEXA anual ordenado por un proveedor de atención médica. Este escáner también se utiliza habitualmente para hacer un seguimiento de la densidad ósea a medida que envejecemos”, explicó.
El ejercicio es clave, añadió Isaacson, pero hay que entrenar “más inteligentemente, no más fuerte”.
“Para quemar grasa de forma más eficaz y perder grasa corporal con el tiempo, sugiero caminar a paso ligero, a un ritmo constante, durante al menos 45-60 minutos, dos o tres veces por semana”, dijo.
Si su masa muscular es baja, pruebe hacer ejercicios de fuerza durante al menos 30 minutos dos veces por semana o más, y asegúrese de ingerir cantidades adecuadas de proteínas a lo largo del día, añadió.