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Rishi Sunak se convirtió ayer en el tercer primer ministro británico del año y ahora debe ocuparse de controlar una crisis económica que ha dejado en un estado precario las finanzas del país y a millones de británicos con problemas para pagar la comida y sus facturas energéticas.
Sunak, el primer mandatario británico de color, se reunió en el Palacio de Buckingham con el rey, que acababa de aceptar la renuncia de Liz Truss.
Se esperaba que el primer ministro, que con 42 años será el líder británico más joven en más de 200 años, empezara de inmediato a nombrar un gobierno y tomar el timón de una economía que se dirige a una recesión.
En declaraciones ante la residencia oficial del primer ministro, Sunak admitió que su predecesora había cometido errores y prometió colocar “la confianza y la estabilidad financiera” en el centro de su programa.
Afirmó que abordaría la “profunda crisis económica” con compasión y lideraría un gobierno de “integridad, profesionalidad y responsabilidad”.