La economía venezolana se enanizó. Las familias se empobrecieron desapareciendo la clase media, depauperándose los profesionales.
Nuestros empleados públicos son los peores pagados del mundo; jubilados y pensionados perciben miserias.
Expertos afirman que la caída es la mayor de cualquier país en tiempo alguno: el PIB de Venezuela se ha derrumbado en un 80 % en los últimos siete años mientras que en Siria, tras once años de una sangrienta confrontación civil, bordea el 20 %. Décadas atrás, finalizada la segunda guerra mundial, la contracción de PIB de la derrotada Alemania fue de 12 %.
Una tormenta perfecta barrió los cimientos de la nación: el desastre es el resultado de la suma del empeño de implantar el llamado “Socialismo del siglo XXI” y las sanciones económicas unilaterales extranjeras. Dos extremos ensartados en una lucha insensata por el poder han arruinado al que puede ser y será el mejor país del mundo.
Las elecciones presidenciales ofrecen una oportunidad única para terminar pacíficamente con esta pesadilla, que ya dura veinticinco años, y forjar un mañana diferente.
Un gobierno de unidad nacional dictando desde el primer día las medidas necesarias para relanzar la economía con inclusión social garantizará que en poco comience a mejorar la calidad de vida de todos.
El “Milagro Económico” será una realidad.
La clave está en el aumento inmediato de los ingresos de los venezolanos que incrementará su capacidad de compra, ocasionando un salto en la demanda que motivará a empresarios y emprendedores a multiplicar la oferta posible con un mayor uso de la capacidad instalada que hoy apenas bordea el 32 % y mejorando la productividad, expandiéndose el sector privado generador de empleos de calidad.
El aumento inmediato de los ingresos será posible al priorizar en el gasto público lo destinado a sueldos , salarios, jubilaciones y pensiones de cerca de once millones de connacionales en las nóminas de la administración pública y ajustando el salario mínimo a no menos del equivalente de trescientos dólares americanos, para lo que se destinarán los cuantiosos recursos retenidos en el extranjero sólo a este fin.
Con un nuevo gobierno, nacido de una incuestionable voluntad popular, y la derrota de los extremos, deberían levantarse prontamente las sanciones económicas unilaterales extranjeras, lo que junto a la apertura de la economía y garantías plenas facilitará la inversión privada nacional y extranjera especialmente en la industria petrolera, gerenciada eficiente y transparentemente. En alianzas con gigantes del sector, en meses alcanzaremos un millón y medio de barriles diarios de producción, en tres años se duplicará hasta tres millones y al término del sexenio alcanzaremos los cinco millones de barriles diarios con lo que la república contará con los recursos suficientes para garantizar educación, salud, servicios públicos, con iguales estándares de los países más desarrollados del planeta.
El 28 de Julio tenemos una cita con la historia: vamos a protagonizarla todos.
||Luis Eduardo Martínez