Guayaquil, una ciudad portuaria sumida en la penumbra del toque de queda, se ve sacudida por la presencia del Ejército ecuatoriano en una incansable búsqueda de delincuentes y criminales. Un operativo despliega fuerzas en Pascuales, un barrio convertido en un laberinto de casas cercadas, como respuesta a la fuga del temido líder de los “Choneros”, Adolfo Macías, alias “Fito”.
El capitán Carlos Jenfe, al mando de la Quinta Brigada de Infantería, lidera la incursión bajo el amparo del Decreto 111 del Presidente, instaurando el estado de excepción. Desde la fuga de “Fito”, Ecuador enfrenta una crisis de seguridad sin precedentes, transformándose en un epicentro del narcotráfico, reporta la AFP.
Con alrededor de 20.000 miembros, las bandas desatan su violencia en una ciudad ya conocida por su alta tasa de homicidios. Guayaquil, en la costa del Pacífico, se convierte en el frente principal de la “guerra” contra las pandillas liderado por el presidente Daniel Noboa.
Tras declarar el estado de emergencia, Noboa encomienda al Ejército neutralizar a estas bandas ahora catalogadas como “terroristas”. En la oscura noche de Pascuales, el convoy militar patrulla las calles, pero los “terroristas” brillan por su ausencia.
La incursión se enfrenta principalmente a indigentes y adictos, mientras los militares realizan registros rigurosos. En un arresto, un hombre es encontrado con una leyenda simple y cariñosa, “Marta”, en su cuello, pero sin los símbolos habituales de las pandillas.
El capitán Jenfe, al concluir la operación, informa sobre confiscaciones de vehículos y detenciones por violar el toque de queda, aunque admite la ausencia de arrestos de pandilleros.
La noche concluye, los soldados exhaustos regresan al cuartel, y los callejones de Pascuales quedan nuevamente sumidos en la oscuridad, marcados por la incertidumbre y la búsqueda constante.
Con información de EL Público TV