La Navidad es una época en la que normalmente se hacen reuniones familiares y, aunque para muchos pueden ser momentos de disfrute, para algunos pueden resultar incómodos o estresantes.
Se habla de casos en los que las preguntas o comentarios sobre el físico o la vida personal pueden estar presentes, motivo por el que dejan de ser agradables las cenas navideñas.
En entrevista con PRIMICIA, el psicólogo clínico Agustín Planchart, resalta que actualmente hay varias circunstancias, y el país padece una crisis psicosocial en la que la migración “ha ampliado el concepto de familia”.
Señala que, debido a esto, las rutinas familiares son otras y lo primero a tomar en cuenta es la elección de dónde reunirse y cenar en Navidad.
“Si tienes la oportunidad de elegir, elegir donde te sientes más cómodo, puedas disfrutar, donde hay menos tensión”, comenta.
Destaca que lo importante es estar libre de presiones, y en el caso de aquellas personas que están a solas, toca ser más flexible con las rutinas.
“Actualmente hay muchas circunstancias inesperadas. Por ejemplo, también diciembre es un mes donde se reúnen personas, pero también en el cual mucha gente se va a emigrar (…) entonces son momentos de shock”, añade.
Preguntas en las reuniones
El especialista destaca la función que se tendrá en la cena, ya que en algunas familias es cultural preguntar sobre la vida personal de otro, no por preocupación sino por morbo o intriga.
“Sobre todo las personas de tercera edad, que quieren preguntar por preguntar, no porque están preocupados. Hay que identificar cuando se nota esa inquietud más del morbo o de la curiosidad, o de la preocupación”, manifiesta.
Planchart dice que también es necesario entender que, por cultura, es una costumbre preguntar por la vida de otros.
Sin embargo, cuando hay intención de acoso, chalequeo o morbo, toca ser más discreto, inclusive elegir no decir algunas cosas, mantener la actitud y poner límites.
Algunos familiares hacen comentarios desde la crítica y debe entenderse que hay personas que están acostumbradas a vincularse desde el conflicto.
“Yo me encuentro contigo y, si tú opinas igual que yo, estamos bien, pero si no, tiene que haber un conflicto”, expone el psicólogo.
En estos casos, empieza una lucha de poderes y se pierde el principal interés de la familia: Proteger y cuidar al otro.
Exponer lo que sientes
Planchart manifiesta la importancia de exponer lo que se siente. “Me siento incómodo, entonces dejarlo hasta ahí”, señala sobre el planteamiento de límites.
Dice que “a veces tocan familias así” y debe comprenderse que no es posible acomodarla porque entonces se entra al juego de “cambiarlos a la fuerza”. En este sentido, ayuda hacer ver al otro la manera en la que habla hace daño.