Según la ONG Convite, la mayoría de los adultos mayores, tras obtener una pensión o con varios años jubilados, han tenido que volver a trabajar para subsanar su “incapacidad para alimentarse” o comprar medicinas, en medio de la crisis que aún vive Venezuela, pese a la leve mejoría económica de los últimos dos años.
Luis Francisco Cabezas, director de la organización, explicó que la mayoría de pensionados o jubilados que trabajan lo hacen de manera informal o en labores de alta exigencia física, como la construcción o la vigilancia, pues son escasas las oportunidades para ellos.
“Si hablamos de las personas de 60 años y más, utilizando esta edad como canon que define la adultez mayor, hay alrededor de 3.800.000 personas adultas mayores. Si se saca por el método de ingresos, se pudiera hablar de que el 100% de las personas adultas mayores están en riesgo”, dijo Cabezas.
El director de Convite alertó que muchos ancianos son considerados “mano de obra barata” y contratados a cambio de “un plato de comida al día” o bolsas de alimentos, lo que genera una afectación “diferenciada” para este grupo, cuyas capacidades están frecuentemente mermadas por condiciones de salud.
Aseguró que la situación empeora para los que viven solos como resultado de la diáspora, con unos 7,3 millones de migrantes, según la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V), mecanismo de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
||EFE