David Marcano Duarte
* El consumo del jugo extraído de la caña de azúcar se ha convertido en costumbre de propios y extraños
Si de algo pueden alardear los nacidos en Maracay, capital del estado Aragua, es que una de las entradas a la ciudad, la adorna un impresionante monumento histórico considerado un icono. Se trata de La Redoma El Avión, que no por casualidad está enclavada en la llamada “cuna de la aviación venezolana”.
En las cercanías de este emblemático lugar destacan los expendedores de jugo o “guarapo” de caña, fruto muy propio de estas tierras de valle, ricas en ese tipo de cultivo ancestral.
Con el pasar de los años, muchos han tomado este oficio como un sustento económico para su grupo familiar, lo que ha dado pie a que sean percibidos por el colectivo como una representación de la localidad.
José Peraza tiene una trayectoria de vida de 29 años dedicado al negocio de extraer el líquido de la caña de azúcar, utilizando una prensa o trapiche, que comercializa con jugo de limón como acompañante.
Los ofrece en vasos plásticos desechables en dos presentaciones, cuyo precio está determinado por el tamaño, en Bs 36 el pequeño y Bs 50 el grande.
Si algo es de resaltar en su personalidad es el buen humor, ya que versa su conversación en bromas basadas en el uso de epítetos y expresiones ricas en doble sentido.
Durante la permanencia en ese lugar, este residente del barrio 12 de Febrero de Maracay, comentó que ha tenido oportunidad de atender a diversas personalidades de la vida pública regional y nacional, entre los que destacan exgobernadores y alcaldes, donde no faltó la fotografía y video para recordar ese preciado momento.
En cuanto a la rentabilidad de este tipo de negocio, Peraza señaló que gracias a la asidua clientela actualmente ha logrado mantenerse.
No obstante, advirtió que ha sufrido los embates económicos por la situación país, puesto que pasó de vender 100 kilos de caña en un día a hacerlo en un mes.
Comentó que tomó la decisión de dedicarse a este oficio porque desde el año 1995 se percató que lo devengado en cualquier trabajo formal dentro de una empresa, no era suficiente para sostener un hogar.
“Una de las maneras que vi, fue emprender vendiendo jugo de caña, como una vía de mejorar el poder adquisitivo y asegurar el bienestar de mi familia”.
Vio en la venta de jugo de caña de azúcar una manera de trabajar a gusto y agradado.
“Siempre se vende guarapo”, expresó con la misma alegría que atiende a diario de lunes a lunes, este hombre trabajador a quien la vida le regaló dos hijos y cuatro nietos.
EL DATO
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