Laurel, orégano, romero, tomillo son algunas de las tantas hierbas aromáticas que se pueden conseguir en el mercado y que siempre debes tener a la hora de cocinar.
A lo largo de la historia las hierbas se han utilizado en la cocina, sirven para darle sabor y olor a casi todo desde una salsa para pastas, para darle gusto a las pizzas y hasta las bebidas.
Sin embargo, no duran mucho tiempo fresca, pero por eso no los dejes de usar ya que aprendiendo a conservarlas se pueden aprovechar unos cuantos días o meses más.
Conservación de las hierbas
1 Congelar: se pueden picar las hierbas aromáticas, una vez limpias, y congelarlas en cubitos de agua o de caldo. También se pueden congelar entre hojas de papel absorbente, sobre todo las hierbas de hojas grandes, como la salvia.
2 Para las hierbas pequeñas como el perejil, menta o tomillo es preferible picarlas antes de congelarla.
3 Se pueden conservar también en aceite o en vinagre, a ser posible en recipientes opacos, para que la luz no llegue a ellas.
4 En sal: alternando en un recipiente, capas de sal y de hierbas. La proporción sería una parte de sal por cuatro partes de hierbas.
5 Secando hierbas frescas al calor del sol, pero sin sol directo, o cerca de una estufa. Las hierbas se secan sin lavar, atadas en pequeños ramos y colgadas boca abajo. Hay que tener cuidado de que no se toquen unas a otras.
Consejos
Cuando se usan hierbas aromáticas secas en la cocina, hay que tener en cuenta que 1 cucharadita de té de hierbas secas, equivale a 3 de hierbas frescas.
También conviene añadirlas a la comida, en los diez últimos minutos de cocción, para que el calor haga que desprendan su aroma.
Para desmenuzar hierbas secas, se puede utilizar un rodillo de pastelería, y luego se guardan en tarros de vidrio herméticos.
Con Información del Diario 2001.