Como en muchas otras profesiones, el desembarco de algoritmos capaces de realizar tareas complejas a una velocidad sorprendente plantea un desafío desconocido
ChatGPT, Davinci 3.0, Dall-E, Midjourney o Stable, son los nombres de esos programas de IA (inteligencia artificial) concebidos para imitar el funcionamiento del cerebro humano y capaces de crear textos o imágenes de forma incesante, sin cansarse y en cuestión de minutos.
En menos de un año, su aparición ha conmocionado a los medios de comunicación. En Alemania, el grupo de medios de Axel Springer anunció a finales del pasado mes de febrero despidos en dos de sus periódicos, el tabloide Bild y Die Welt.
“La inteligencia artificial revolucionará el periodismo y la industria de los medios de comunicación, apoyando o sustituyendo” al periodista, afirmó el dirigente del grupo Mathias Döpfner, en un correo enviado a todos los trabajadores.
Otros periódicos, como el Guardian británico, ya han publicado artículos escritos totalmente por ChatGPT, a título de ejemplo.
En opinión de Döpfner, “la creación periodística”, como los reportajes, la búsqueda de información o los editoriales seguirán siendo asunto de periodistas, mientras que todas aquellas tareas que impliquen menos valor añadido serán cada vez más automatizadas.
En consecuencia, habrá una “reducción significativa” de los puestos de trabajo como “compaginación”, “corrección” o “administración”.
Una visión que no comparten los periodistas franceses Jean Rognetta y Maurice de Rambuteau, que en agosto de 2022 lanzaron “Qant”, un boletín tecnológico diario escrito e ilustrado con la ayuda de varios instrumentos de inteligencia artificial (AI).
A mediados de febrero ambos presentaron un amplio informe sobre su experiencia en el gran salón internacional de nuevas tecnologías de Las Vegas (Estados Unidos).
El objetivo de su experiencia era “poner a prueba los robots, llevarlos al límite, para ver hasta dónde podemos llegar con ellos”, explica a la AFP Jean Rognetta.
LA PROPAGACIÓN DE MENTIRAS
Entre los límites constatados por esos dos periodistas hay aspectos inquietantes: “la dificultad a la hora de mostrar tendencias”, la inserción de fragmentos enteros copiados de Wikipedia o incluso la propagación de mentiras.
“ChatGPT o Davinci nos permiten ganar tiempo, pero la intervención humana fue necesaria antes, durante y después”, resume Maurice de Rambuteau.
LAS RESERVAS
En el servicio fotografía de la Agencia France-Presse (AFP) ya se utiliza la IA. El director adjunto de Información para la fotografía, la infografía y la documentación, Eric Baradat, se muestra prudente.
“Con toda esta locura en torno al ChatGPT nos olvidamos de que la IA no es suficientemente fiable, que necesita ser validada, verificada por periodistas” y expertos, advirtió.
El servicio de Fotografía de la AFP utiliza un programa de reconocimiento facial desarrollado internamente que facilita el trabajo durante grandes acontecimientos internacionales, como un festival de cine o eventos deportivos.
A largo plazo “el objetivo es desarrollar una herramienta de búsqueda para el fondo de 16 millones de imágenes” que tiene la AFP en sus archivos, explica Eric Baradat.
Pero la intervención humana es imprescindible para “darle un referente preciso a la máquina para que sepa qué tiene que buscar” y sobre todo “a partir de fuentes fiables”.
La IA ya ha desembarcado en numerosas redacciones, para ayudar a la traducción de textos, transcribir archivos sonoros o redactar textos básicos.
Pero las barreras son difusas. A principios de año, el sitio internet Futurism puso al descubierto la publicación de artículos elaborados parcialmente con la ayuda de la IA en el sitio de actualidad tecnológica CNet.
Basado en Estados Unidos, CNet no avisó claramente a sus lectores de esa iniciativa. El episodio acabó con una decena de despidos en CNet, según Futurism.
Los periodistas “están obsesionados con el síndrome del gran reemplazo tecnológico, pero no creo que vaya a suceder”, estima Jean Rognetta.
“Por si solos los robots no son capaces de producir artículos. Una gran parte del trabajo periodístico no puede ser delegado”, aseguró.
¿CÓMO SERÁ EN EL FUTURO?Algunos investigadores de la comunicación sostienen que el principal problema para el futuro del gremio no es que las máquinas escriban como los periodistas, sino que los periodistas escriban como máquinas. Todavía hay mucho espacio para que los humanos medien la relación entre las informaciones y las audiencias. Hay tareas que desaparecerán y serán reemplazadas con la automatización, pero también es cierto que los medios deberán tener una plantilla de profesionales centrada en obtener información diferencial y un procesamiento que lo haga único. El valor agregado del profesional a la labor periodística va más allá de recoger datos y ponerlos en un formato comprensible para el público. También las universidades deben prepararse para eso. |
Los algoritmos son eficaces para responder qué, cómo, cuándo y dónde de las noticias. Pero todavía no sirven para entender “por qué”. Esa competencia queda, por ahora, reservada al reportero humano.
||Agencia AFP / Fotos Cortesía