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domingo 8, diciembre 2024

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¿Qué es la fiebre tifoidea y cómo tratarla?

El término fiebre tifoidea ha estado sonando durante las últimas semanas, pues es una enfermedad infecciosa que suele transmitirse por agua o alimentos contaminados.

Debido a la escasez de agua, las constantes lluvias que se han hecho presente en el territorio durante las últimas semanas, han dejado como consecuencia más problemas con el agua y hasta con la distribución de alimentos.

Si te preocupa este tema, sigue leyendo y conoce cuáles son los síntomas que se presenten si lo contraes, cuáles son sus consecuencias y el posible tratamiento.

Definición de fiebre tifoidea

Es una enfermedad infecciosa potencialmente mortal causada por la bacteria Salmonella typhi. Tal como señalamos, ésta suela transmitirse por agua o alimentos contaminados, y una vez ingeridos, se multiplica la bacteria y pasa al torrente sanguíneo. Generalmente esta infección bacteriana causa diarrea y una erupción cutánea.

Según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año enferman entre 11 y 20 millones de personas, de las que mueren entre 128.000 y 161.000.

Esto debido a que algunas personas pueden convertirse en portadores de la bacteria y continuar expulsándola en sus heces por años, diseminando la enfermedad.

Síntomas

  •  Fiebre alta prolongada
  •  Cansancio
  •  Dolor de cabeza
  •  Nauseas
  •  Malestar abdominal
  •  Estreñimiento o diarrea
  •  Erupciones cutáneas
  •  En ocasiones puede provocar la muerte

De interés

Expertos señalan que el período de incubación generalmente es de 8 a 14 días, y los síntomas suelen aparecer de manera gradual con fiebre, cefalea, faringitis, dolor abdominal con sensibilidad al tacto, etc.

De igual manera, se debe estar atento porque existe la posibilidad de que se presenten otros síntomas menos comunes como disuria, tos no productiva y epistaxis.

Por otra parte, deben tener presente que sin tratamientos, la fiebre aumenta en forma escalonada durante 2 o 3 días, permanece elevada por lo general entre 39,4 y 40°C, durante 10 a 14 días más; y comienza a disminuir gradualmente hacia el final de la tercera semana.

En los casos graves e la enfermedad aparecen síntomas del sistema nervioso central como delirio, estupor o coma.

Incluso, pueden presentarse lesiones o manchas discretas rosadas en el tórax y el abdomen; además de, anemia, alteraciones renales, hepatitis, entre otras patologías.

Tratamiento

Existe una vacuna para prevenir la enfermedad, pero en caso de que se contraiga, se trata con antibióticos.

Sin embargo, como ha aparecido resistencia a los antibióticos, entre ellos las fluoroquinolonas, en las regiones afectadas se están utilizando antibióticos más recientes, como las cefalosporinas y la azitromicina.

Por tanto, es importante que las personas en tratamiento por fiebre tifoidea tomen los antibióticos todo el tiempo que el médico lo haya prescrito, se laven las manos con agua y jabón después de hacer sus necesidades y no preparen ni sirvan alimentos a otras personas, con lo que se reduce la probabilidad de transmisión a terceros.

Es clave beber abundantes líquidos para evitar la deshidratación producida por la fiebre prolongada y la diarrea.

Finalmente, se recomienda que aunque se termine el tratamiento y ya la persona se sienta bien, debe someterse a pruebas para comprobar que no siguen siendo portadores de la bacteria.

¿Se puede prevenir?

El acceso a agua salubre y saneamiento adecuado, la higiene de los manipuladores de alimentos y la vacunación son medidas eficaces para prevenir la enfermedad.

Cabe acotar que las vacunas no proporcionan una inmunidad de larga duración y no están aprobadas para menores de 2 años.

Se recomienda asegurarse que la comida está bien cocinada y además, esté caliente cuando se sirva. Se debe evitar la leche sin hervir y los productos a base de leche sin hervir. Solo hay que consumir leche pasteurizada o hervida.

Evitar el hielo, a no ser que esté hecho con agua salubre; hervir el agua cuando se dude de su salubridad, y si no es posible, desinfectarla con desinfectantes fiables de liberación lenta, generalmente disponibles en las farmacias.

Lavarse las manos bien y frecuentemente con agua y jabón, sobre todo después del contacto con mascotas o animales de granja y después de hacer sus necesidades. Lavar bien y, a ser posible, pelar las frutas y hortalizas, sobre todo si se van a comer crudas.

Con Información del Diario 2001.

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