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sábado 2, noviembre 2024

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BETANCOURT, PEDAGÓGICO

|| Ramón Guillermo Aveledo

Rómulo Betancourt es una de las figuras de la Historia Contemporánea venezolana de quien más se ha escrito. Y es justo. Varias biografías, estudios históricos, trabajos de ciencia política. Su vida, actuación, gestiones de gobierno, ideas y escritos, obra política, han sido materia prima para amigos y adversarios; historiadores, politólogos y analistas. El libro recién publicado por Carlos Canache Mata, hombre estudioso y honorable, es interesante y de gran valor actual.

La publicación es oportuna. En medio de la crisis, tan larga y ancha como profunda, que viven la sociedad venezolana y nuestra vida civil, “Es necesario resumir la historia, para el hombre común desorientado” como escribiera un notable paisano mío. Conocer la historia y comprenderla, para aprender de ella todo lo útil que tiene y equivocarnos menos. Conocer y comprender los hechos y los procesos de los que forman parte, los actores y sus contextos.

Un venezolano de 2022, conozca o no a Betancourt, simpatice con él o lo rechace ¿Qué puede aprender de él?

(1) Conocimiento y comprensión de Venezuela. Lograda en el estudio constante de su historia, economía, sus complejidades y en el terreno de la geografía, y en “carne y hueso” de la gente y su cultura en su sentido más amplio y hondo. Nunca sabemos todo lo que hay que saber sobre nuestro país, para comprenderlo y obrar en él exitosamente, no solo como logro personal sino como saldo favorable para nuestros conciudadanos.

(2) Capacidad de aprender de la experiencia y rectificar. Triunfo y fracaso son partes de la vida. Ninguno es absoluto ni definitivo. De uno y otro hay aprendizajes. Su parte más jugosa es la capacidad para hacer compromisos y respetarlos, establecer alianzas, saber ceder y saber insistir.

(3) Compromiso con una idea de la democracia con acento social y nacional. Hay una teoría democrática universal. Pero la democracia, sin perder esa esencia que está en sus valores universales, no es idéntica en todos los países, en todos los tiempos históricos y en todas las realidades. ¿Es posible entonces repetir la historia? ¿Calcar lo que dio resultado para con un caletre asegurarse el éxito? No, al contrario, se trata de la originalidad, la búsqueda sin complejos, el conocimiento consciente de la experiencia vivida, ajena o propia y el diseño de estrategias y mensajes consistentes.

Mucho que aprender de esa historia, con sus claroscuros y su saldo objetivo, libre de prejuicio y propaganda.

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